Adoctrinamiento: Libertad de Mercado, censura de ideas en tiempos Oficialistas

Por Dani Lerer
Una de las banderas más levantadas por el antikirchnerismo desde hace años fue la del “adoctrinamiento”. Escuelas tomadas, profesores bajando línea, manuales reescritos, actos escolares con fotos de Néstor y Cristina. La idea de que un aparato estatal utilizaba el sistema educativo y la cultura popular para moldear ideológicamente a las nuevas generaciones indignaba, con razón, a buena parte de la sociedad. Los libertarios también hicieron de esa denuncia su grito de guerra.

Pero claro, para ellos, en realidad el problema nunca fue el adoctrinamiento. El problema era que el adoctrinamiento no era el propio.

La paradoja es brutal: los que se llenan la boca hablando de libertad, no soportan la libertad más básica de todas, que es la de pensar distinto. El pensamiento crítico les incomoda, no porque sea un peligro, sino porque no pueden controlarlo. A los nuevos cruzados del liberalismo no les molesta el adoctrinamiento; les molesta la disidencia. Por eso necesitan convertir toda diferencia en enemigo, todo matiz en amenaza, y todo desacuerdo en traición.

Y como siempre, hay justificadores seriales. Militantes libertarios como el Gordo Dan o Iñaki Gutiérrez dicen abiertamente que lo que ellos hacen no es adoctrinar, sino “educar en libertad”. Que ahora sí se enseña “la verdad”, que los chicos por fin aprenderán “cómo funciona el mundo”. El problema de esa lógica es que no admite cuestionamiento: se parte de la base de que sus ideas son superiores, y por tanto, enseñar a repetirlas no es dogma, sino iluminación. Pero cambiar una doctrina por otra no es educar. Es reclutar.

La colonización ideológica no se detiene ni en el contenido infantil. Lo que antes se denunciaba como una “pakapakización kirchnerista”, dibujitos que explicaban la ley de medios, episodios con guiños a Néstor o Evita, o canciones sobre el “modelo nacional y popular”, hoy vuelve en versión libertaria. El mismo canal que fue demonizado por adoctrinar ahora es reutilizado por el gobierno para bajarle línea a los chicos desde el dogma del mercado, la propiedad privada y los “valores de occidente”. Cambia el guion, no la intención: seguir formando soldados desde la infancia.

El kirchnerismo adoctrinaba, sí. No sólo en las aulas, también en los discursos, en Tecnópolis, en los actos oficiales. Vendía una épica de Estado presente, justicia social y líderes carismáticos. Mucho de eso fue efectivo; otra parte, grotesca. Pero la reacción libertaria no fue pedir pluralismo, pensamiento crítico o instituciones neutrales. Fue preparar su propio set de dogmas.

La diferencia entre uno y otro no es de método, sino de contenido. Ambos usan el Estado para imponer una visión del mundo. Ambos buscan fidelizar jóvenes desde la emoción, no desde la razón. Ambos confunden educación con adoctrinamiento. Entonces vamos a dejarlo en claro. La educación brinda conocimientos con la intención de que cada individuo desarrolle sus propias ideas y juicios. Por el contrario, el adoctrinamiento impone visiones ideológicas buscando que sean aceptadas sin cuestionamiento.

La libertad empieza ahí: cuando se enseña a pensar, no a repetir. Aunque eso incomode. Aunque eso cuestione lo que creemos. Aunque eso haga que nuestros hijos no piensen como nosotros.

Porque si el adoctrinamiento nos molesta solo cuando lo hace el otro, entonces el problema no es el adoctrinamiento. El problema somos nosotros.

Buscalo en X @danilerer – Licenciado en Cs Políticas, Consultor Político, Experto en Terrorismo y Crimen Organizado, Periodista, Analista Internacional.

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